El encargo. III Concurso Internacional de Literatura rápida


De mirada profunda a pesar de todo, nariz respingona mucho más pequeña de la media, una boca de piñón con una ligera sonrisa enmarcada entre dos abundantes mofletes que daban unas ganas enormes de pellizcar, un cuello estilizado y no demasiado grueso que era sostenido por unos hombros bien proporcionados, ni demasiado musculados ni enclenques, demostrando que el ejercicio no le era ajeno pero sin opción de poder ganar un campeonato de culturismo.

Lo que parecía a simple vista un vestido de cuello cisne la vestía, aunque si te fijabas bien con detalle llevaba una especie de capa en la parte de atrás que salía del escote y que le daba un aspecto algo vampírico. Los pliegues, arrugas y formas de su cuerpo estaban perfectamente delineados, mostrados y apenas ocultos y le daban un aspecto de lozanía sin llegar a la gordura.

El dobladillo de la prenda que cubría su piel reposaba apenas unos centímetros por debajo de la rodilla; tal y como mandaban los cánones.

Iba descalza; así las piernas reposaban esperando tensar los músculos para emprender el paso. Quizás hubiera llevado las uñas pintadas en otro tiempo pero el esmalte era ahora inexistente.

Todo esto resumía lo que había visto en el primer vistazo a su nuevo encargo; todavía no la había tocado; no le hacia falta saber que su tacto era gélido, cuando llegaban a sus manos siempre era así; frío y translúcido como el mejor alabastro del mundo.

Sonrío, había llegado el momento de comenzar; conocía bien su trabajo, no inventar, no crear, sólo remozar, darle el brillo y la vida que había tenido antaño cuando todavía se contaba entre los vivos.

Un último repaso, de abajo a arriba esta vez, pensando en todo lo que iba a necesitar y reconoció que la única dificultad con la que se iba a encontrar su pincel y su peine iba a ser la melena, esa maldita melena que tanto gustaba llevar a las mujeres; y es que siempre le dio un poco de asco tocar pelo.

En la biblioteca Vapor Vell organizaron por tercer año consecutivo un concurso de escritura rápida. La prueba consistía en escribir como máximo dos folios pautados en un tiempo determinado (una hora y media) con un tema desvelado minutos antes de iniciar la prueba. El tema se decidió al azar mediante un diccionario y dos páginas, de ellas se eligieron dos palabras que fueron sobre las que tuvimos que escribir. La suerte quiso que fueran melena y alabastro. La entrega de premios se realizó la misma tarde y fue un poco fría porque ninguno de los tres ganadores (no se avisaba) se presentó a la entrega. 

El texto de arriba es el que presenté y aquí puedes leer los ganadores (hay dos escritos en catalán)

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Foto: Gelito
Texto: Dsdmona

2 comentarios :

  1. Curioso tema. Me ha gustado.

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  2. Curioso texto :) y muy buena idea la de esa biblioteca, así la imaginación trabaja sin cortapisas.
    Besos

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