Si alguien estuviese contemplándola por un agujerito, pensaría que está dormida. El cuerpo apenas se mueve. Únicamente el sube y baja de la respiración denuncia al animal que reposa tranquilo, a la espera, tal vez al acecho. Un hermoso animal, eso vería quien observase la escena, pues incluso ahora que los pesares de la vida han dibujado surcos profundos en su rostro, esos surcos no hacen más que prolongar el poder de la mirada hacia arriba, hacia los lados. No duerme. Las moscas recorren sus dedos, se posan en la nariz, zumban al catar la humedad templada de los labios y le hacen dar manotazos al aire, resoplar, pero no consiguen apartarla del estado de profunda concentración en que se halla. El ceño fruncido, la mirada fija, los miembros sosegados, se diría un animal tranquilo y suave, gata junto a la chimenea, cachorro o tortuga, ¡qué más da!, a no ser esa boca que no para de deletrear, como si estuviese pronunciando una plegaria. Está leyendo.

Texto: Hierba Mora, Teresa Moure (pág. 115)
Foto: Zarzalamora

2 comentarios :

  1. Iba a recibir ese libro ayer pero ahora me tengo que esperar unos dias mas.
    Bonito texto, aumentan mis ganas de leerlo.
    Un beso

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  2. Precioso trocito,en mi caso leído en gallego, pero la novela tiene muchos más. Su presentación en mi localidad estuvo llena de la lectura de párrafos que para la autora eran significativos, lo cierto es que fue una maravilla oirlos de su boca, tiene por lo demás, un tono de voz muy candencioso a lo que también contrubuye nuestro acento.
    Un beso

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